Descubrimos cómo afecta a nuestra boca el mordernos las uñas

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En algún momento de nuestras vidas hemos llegado a mordernos las uñas, un gesto que no está bien visto pero que, sin embargo, es frecuente durante la infancia, momento en el que puede convertirse fácilmente en hábito y mantenerse durante la edad adulta.

Y es que cuando decimos que alguien tiene la manía de morderse las uñas, realmente nos estamos refiriendo a la onicofagia, un trastorno nervioso que suele estar asociado a la ansiedad. No sólo tiene consecuencias estéticas, sino también en la boca, donde puede provocarnos algunos problemas.

Como ya sabéis, las uñas no sólo son duras, sino que además son un foco de microorganismos, por lo que es fácil deducir que morderlas puede suponer una serie de efectos negativos para la salud bucodental como estos…

Comerse las uñas entraña un riesgo alto de infección en la boca. Las bacterias, virus y hongos circulan por nuestras manos y uñas, y si nos las llevamos a la boca estaremos creando un puente perfecto para aftas y herpes.

Por otro lado, el golpeo constante entre dientes al morder las uñas desgasta el esmalte y, por tanto, puede aumentar la sensibilidad dental. Además, este gesto tan repetitivo puede provocar maloclusiones.

En caso de que tengamos restauraciones o carillas de composite o porcela en los incisivos superiores e inferiores, podríamos ocasionarles desperfectos al mordernos las uñas.

¿Y qué podemos hacer para intentar evitar mordernos las uñas? Realmente no existe ningún tratamiento tópico efectivo, como los esmaltes endurecedores o de sabor amargo. Las únicas soluciones efectivas son fuerza de voluntad y combatir la ansiedad que lo está provocando, para lo cuál es recomendable la ayuda psicológica si nuestros intentos han sido fallidos hasta el momento.

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